Ven a vivir conmigo, y sé mi amor,
y placeres soles probaremos
de doradas arenas, y arroyos cristalinos;
con sedales de seda, con anzuelos de plata.
Discurrirá entonces el río susurrante,
mas que por el sol, por tus ojos calentados,
y allí se quedarán los peces enamorados,
suplicando que un si pueden revelarse.
Cuando tu en ese baño de vida nades,
los peces todos de todos los canales,
hacia ti amorosamente nadarán,
más felices de alcanzarte,
que tú de alcanzarlos a ellos.
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