el futuro ha llegado
y nunca pudimos sospechar
lo que sus alas arrastraban
muchachos desocupados
patean latas vacías
en la negritud del callejón
la mujer espera ansiosa
al marido que no llega
y entonces
oye a Bebo y Cigala
acuesta a la hija
para siempre menor
y la convence de que
el mundo es bueno
que los sueños existen
y duerme el mañana
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