Mis piñas bellas
crecen grandes y bonitas
y serán tán dulces,
cómo su mamá,
porque lo que se hace
con amor, siempre será
mucho mejor, y
nos traerá alegría
y mucha felicidad.
Mis manos terminaron bastante adoloridas,
pero mañana bien habrá valido la pena,
haberlas sembrado en buena tierra fértil.
Me costó mucho pelarlas
y después cortarlas,
para poder comerlas y
disfrutarlas con la familia,
pero valió el esfuerzo,
estaban ricas y buenas,
y también muy dulces.
Mi decisión de sembrar
el cogollo de las piñas,
nació ahí, fue un gran
acierto, y nunca me arrepiento.
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