He quemado las fórmulas. Dejé de hacer exorcismos. Lejos, lejos queda el antiguo poder, mi legado. Hálito de fogata en mis narices, mi idioma desintegrado, la sombra todavía húmeda de un sortilegio. Como vena de agua en la oscuridad otra vida avanza. Todo el arrasamiento ha sido para desplazarme, para vivir en otra articulación.
Papeles del amanecer. Siempre hablan de la patria adoptiva, la que me ha dado.
Hojas amontonadas como para una ceremonia. Sacrificio a un dios de ébano.
Hojas amontonadas como para una ceremonia. Sacrificio a un dios de ébano.
Esas escrituras invariables.
Siempre regreso al mismo idioma. Un cuero embrujado de animal.
Inatrapable, pero presente como la vida de un antepasado.
Tejido sobre el tejido, la lengua muerta del amor, fuego que me ha hecho
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