ELEGÍA XIX: AL ACOSTARSE
Ven, ven, señora, mi fuerza se opone al descanso,
me esfuerzo intensamente hasta esforzarme.
El enemigo a menudo, teniendo el enemigo a la vista,
se cansa de no luchar. Descíñete la faja,
resplandeciente como las esferas celestes,
pero puesta en torno de un mundo más hermoso.
Desabrocha el peto rutilante que te pones
para que allí se detengan los ojos de los ineptos.
Desnúdate, suelta los lazos que te atan,
esas campanadas me dicen con tonos armónicos:
llegó la hora de ir a acostarse.
Sácate el corsé, que me da envidia,
por estar inmóvil tan cerca tuyo.
Revelan tus ropas al ir cayendo un terreno hermosísimo,
como cuando las sombras se retiran de una pradera en flor.
Arroja lejos esa guirnalda que te cubre y déjate llevar....
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