el partió en un barco,
en el muelle de San Blas
El juró que volvería,
y empapada en llanto ella juró,
que esperaría.
Miles de lunas pasaron,
y ella siempre estaba en el muelle,
esperando.
Muchas tardes se anidaron,
se anidaron en el pelo,
y en sus labios.
Llevaba el mismo vestido,
y por si el volviera,
no se fuera a equivocar.
Los cangrejos la mordían,
su ropaje su tristeza
y su ilusión,
y sus ojos se le llenaron,
de amaneceres.
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