La luz hierve debajo de mis párpados.
De un ruiseñor absorto en la ceniza,
de sus negras entrañas musicales,
surge una tempestad.
Desciende el llanto a las antiguas celdas,
advierto látigos vivientes
y la mirada inmóvil de las bestias,
su aguja fría en mi corazón.
Todo es presagio.
La luz es médula de sombra:
van a morir los insectos en las bijías del amanecer.
Así arden en mí los significados.
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