Señor Jesús,
te acepto y creo que moriste por mi,
y resucitaste al tercer día,
que puedes darme la paz interna,
el gozo y la esperanza que tanto necesito,
perdona mis pecados y sana mi alma.
Amén.
¿Donde estás que no te veo?
Ni una señal,
alguna lucecita, algún sonido,
o al menos una luz prendida en tu ventana,
que me diga que todavía estás por ahí,
y que pronto bajaras,
para recibirme en tu morada.
Ligera y corta,
suave y silenciosa,
fría y húmeda,
tal vez fina, o tal vez gruesa,
no lo puedo saber,
pues no pude verte ni sentirte,
pero me dejastes incomunicado,
sin teléfono y sin Internet.
Tormenta veraniega,
cálida y húmeda,
que produce inundaciones,
fuertes vientos y descargas eléctricas,
y que pueden causar muerte y destrucción.
La tormenta es la hija de la depresión tropical,
y la madre del huracán.