Brillantemente ataviado, un galante caballero,
viajó largo tiempo al sol y a la sombra,
cantando su canción, a la busca de El dorado.
Pero llegó a viejo, el animoso caballero,
y sobre su corazón cayó la noche
porque en ninguna parte encontró
la tierra de El dorado.
Y al fin, cuando le faltaron las fuerzas,
pudo halla una sombra peregrina.
---- Sombra, — le preguntó
—¿Dónde podría estar esa tierra de El dorado?
— Más allá de las montañas de la Luna,
en el fondo del valle de las sombras;
cabalgad, cabalgad sin descanso
—respondió la sombra, —si buscáis El dorado....».
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Edgar Allen Poe |